Sumergir un submarino
sumergir un submarino
los dedos debajo de la marioneta
la manzana pudriéndose
el gusto por el desmayo.
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Espera sin movimiento
Sin movimiento.
La quietud insistente que afina su nombre por la fuerza,
y que no se amedrenta.
Yo quiero esperarte entre bolsas de plástico rotas,
quieta, durante días nublados.
Quieta entre el hedor, el calor
y el viento más bien saliva cargada de insectos.
Esperarte en llanto entre restos de cajas rotas,
quieta en un charco.
Que me recojas entre lo sucio,
esperarte en barro barato que va fraguando
y me quiere estatua dama
patética, inmóvil desesperada y enamorada,
desecha en basura,
que mires tu cosecha cuando vuelvas.
Quiero no poder ver más allá
de este estercolero,
perder la cuenta de las decapitadas muñecas
y de las moscas sin alas,
quiero que me encuentres con las heridas
que los días me infringieron.
Quiero esperarte en un amor sin parpadeo,
recubierta de polvo,
inmovilizada, secuestrada de lo cuerdo,
desatendida del agua
esperar a que vuelvas
a que me recojas y que me lleves a tu casa.
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Intenté lavar penas
(como antaño)
en un arroyo hecho de saliva y lágrimas,
y las manchas no salí_an
porque a las prendas
había que dejarlas en remojo
según instrucciones de
infame
confianza.
Así que algunas tardes
deseo un estrangulamiento,
a manos finas de mujer,
a poder ser,
que me den casi muerte mientras bailo,
condensada por presión y por asfixia
en tacto fino,
deberle todo a la danza,
a las acrobacias sin red,
a la música,
y seguir nadando en la canción del momento
“q u é intentas hacer?
qué quieres de mí?
me estás castigando?
castígame
castígame por nada
castígame por nada
castígame por nada”
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Va i vén
A un lado septentrión, que significa norte,
al otro lado una balanza.
Son cosas que pueden ocurrir!
El vaivén es lo que tiene: ni discrimina
ni distingue.
A un lado “la ciudad de los perros”
-un sueño-
al otro lado unas grietas recientemente aparecidas
-en la escalera de mi edificio-
(las dos construcciones son a base de ladrillos,
acabo de caer)
Un lado y una isla
el otro y Madrid en sus pasteles.
O abrir la ventana y echar medio cuerpo fuera,
-el medio que es más garza-
cerrar la puerta y la mordacidad después del giro de cabeza,
-el estar encerrado, a solas-.
Me lamento me carcajeo
permanezco me voy.
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El día de mañana
Se cuelga el tiempo, a veces,
de la madeja de sonidos de afuera,
vuelven a dar las seis en tarde,
la despedida de las seis,
y los pasos en el piso de arriba
me delatan en mi suelo, del tercero.
La tarde de las seis en que ha llovido,
los charcos andan como locos de contentos.
Uuuuuuuuhh hace el viento colado.
Qué desfachatez,
qué broma:
nunca sabremos que sentido tiene el circular,
(qué sentido nos falta para saberlo)
por lo complejo, los nudos,
qué toca y qué roza,
qué es lo que no debe nunca hacerse bajo ningún concepto.
El día se irá,
el día de mañana, 10 de octubre del año sólo 2006, también,
no es nada sencillo.
Pero, sin embargo,
a veces,
el tiempo se cuelga en la mezcla de sonidos de afuera
y pide: menos, menos,
una masa fina,
pide: el suspiro en los momentos
en que comienza.
2 comments:
muy sugerente... quisiera poder leerlo mejor, no sé si es cosa de mi pantalla pero la letra casi no se ve de tan pequeña que es...
me gusta :)
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