Wednesday, November 08, 2006

del poemario "Horizontes acercados" de ana celada




Un aliento más

Un aliento más o una duda todavía,
el rescate como figura imposible,
nuestra naturaleza es este pasar.
Somos refugios de media tarde de sol,
de gusano, de hoja y viento,
de una marea lunar del mes X.
No más. Destino cierto de cuerpo inerte.
Carne apocada por el circular,
los ciclos se cumplen aun siendo ignorados.



Habiendo muchos tipos de sombras donde elegir
a mí me eligen las más grises.
Pediría una sombra negra sin resquicios,
de las de agujero, negro,
de las que extiendes la mano y te la pierdes.
O incluso preferiría sombra casi blanca,
que las casi blancas, atroces, a veces oscurecen
y partiendo de lo más oscuro al afinar la vista
se observa un curioso degradado,
una lógica racional pautada de armonía a ratos.

Pero las más grises, y además sin remedio.
Es una masa informe de gris sucio,
gris prensa, gris agua turbia,
gris traje viejo, esa equivocación gris.
En esa masa nado tragando sombra,
y es gris, gris sombra,
en momentos sorprendida yo por su alcance
otras veces víctima yo impasible.

Es esa equivocación que me viene persiguiendo
desde hace tanto tiempo ese caer y seguir cayendo,
caer y seguir. Y es esa monotonía
cuando se optimizan los tentáculos
y todo adquiere entendimiento.






Ella ya no se agita,
ya no corre a mi búsqueda y captura.
Antes era una cuestión de velocidad,
y yo siempre fui más rápida.

Ahora mi pena está
y no la vi llegar por detrás,
no le vi alcanzarme, hacerme presa,
y sin embargo un día la llamé por su nombre
y supe blandamente,
dejando mi peso sobre un sillón blando,
que mi pena estaba.

Está como mis hígados están,
está, está y punto,
es tal este estar que no sé,
no sé de qué es cuestión.

Voy por las calles en las ciudades
y mi puta pena tiene espejos donde mirarse,
embellecerse con este mechón de aquí
esta uña como filo por allá.
Se me come,
se me enrosca en los ojos y me llora,
se me pudren las flores.
No sé como achicar agua
no sé de qué es cuestión.




Soledades frente a frente
La ternura en mi boca
y tú un corsario blanco
que va a morir en mis garras.
Nieve derretida,
caricia antes que nada,
soledades que se enfrentan
entre las telas que
dieron muerte al día.
Ásperos y cómplices tus ojos,
respuesta exagerada en mi cintura
rocío para mis manos
soledades al fin frente a frente.
De canela estas ramas
que asumen un deseo,
amarnos como dos estatuas amantes,
sin ruido como el polen y el estambre.
Quedarnos juntos
bellezas de soledades enfrentadas.




Mundo joven

Es este mundo el que nos toca
con un puño cerrado fuerte
tan abrasivo en sus terremotos
tan destructivo con los árboles
tan hambriento de vidas.
Esta vida que nos toca
con imágenes de guerra tras los cristales
y tanto grito
y tanto odio
y tantas noches cerradas.
Esta depresión que se arrastra
consume sin remedio al mundo joven
unido, cree, a una hilera de pólvora
y a una cerilla que no es suya:
muere su risa.
Esta rueda antes la conducían otros
no nosotros, ni yo, Anais, ni ella ni aquél,
Ni Pablo el del amor, ni Manuel, Anita o Tita,
Ni Antonio y sus poemas...
la conducían otros.
Pero la Historia llama a reclutos a filas
para seguir haciéndose y escribirse en libros.
Hemos cambiado,
hemos caído en la trampa del tiempo,
nos ha abandonado el niño,
nuestro niño, adónde vas, no me dejes solo,
y eso significa cargarnos a hombros y a espíritu
flores pisadas, puños cerrados,
niños muertos y guerras antibiología.
Cerremos los ojos
digamos una oración por los abatidos:
que el dios Amor salve a los hombres de buena voluntad.




Silencio versus sonidos


El silencio es lo que tienen las niñas
cuando se rozan un pecho,
es lo que tienen los peces
cuando tocan el fondo marino,
que de suave los engulle.
El verdor produce silencio.
El ruido del batir de alas
de un pájaro que planea,
al ritmo de hojas
en el que acallar los gemidos
de un círculo enrojecido
que alimenta las virtudes,
un grito seco y agua
por hacerse más indeleble.
Me tiene el silencio.




Dejar

La marea sube se desborda del recipiente,
se sale y se aleja con las barcas.
¿Dónde irán los peces?
¿Adónde las sirenas desterradas?
¿Adónde las algas, las malvas, las estrellas varadas?
Cinco fueron los puñados de sal,
uno por cada dedo,
cinco puestos en línea,
dejados en la orilla para que el agua se los llevase,
dejados, por qué no, como se deja en el viento una cometa,
como se deja caer la saliva para el sueño.

ana celada














3 comments:

alf ölson said...

Bailas sobre la estepa rusa del garito.
Y un trozo de luz
se filtra en tus pantalones.
Quien quiere guardar este instante

(Ha dicho instante,
seguro que no, porque yo le conozco
que nunca pudo escribir tal palabra
en un poema...
¡es tan acondicionado y a plazo fijo!)

le escribe esto.
Ríete con tus ojos.

zion777 said...

Hablando de niños perdidos,

la habitación continúa rugiendo
aquella mágica palabra azul
hacia un espacio vacío
de acordes alargados
e incoherente espacio tiempo

proyección del recuerdo
aullido lamentoso
el niño ha perdido su flor
y el nombre, la madre
baila al ritmo de los ecos tardíos

el llamado perdido said...

Hola Ana!
aquí Manu, el poeta que trabaja en sus ratos libres de tu curso en Chinchilla. Ya he estado mirando un poco las cosas que vas haciendo. A ver para cuándo las intervenciones poéticas en las rancias calles de Madrid!
Un abrazo,
manu_t7

p.d. después le pones la arroba, el hotmail.com y listo, mi email.